Nietzsche: De la visión y enigma

 

 

Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación

 De la visión y enigma: Polizones en el barco de Zaratustra

 

 

El dolor es algo a la vez conocido y resbaladizo. Es algo que se nos escapa, algo que conocemos pero de lo que nos escabullimos siempre que podemos. Es, como la enfermedad y el sufrimiento, una ciudadanía dura y opaca, un espacio de nocturnidad que no querríamos transitar, pero al que, más pronto o más tarde, todos llegamos. Entonces ¿podemos encontrarle algún sentido al dolor? He aquí el interés que despierta en mi el pensamiento de Nietzsche en esta reflexión.

Las dificultades que nos encontramos para hablar del dolor son numerosas. Pero hay una en especial que deseo destacar. Más que una dificultad es una contradicción. Porque, literalmente, no se puede "hablar del dolor", como no se puede "hablar del silencio". El dolor nos deja mudos, asesina las palabras, mata el lenguaje. El dolor nos deja sin voz, pero no inexpresivos del todo. El dolor vuelve nuestros rostros humanos, excesivamente humanos.

Para poder pensar en el dolor, deberíamos verlo como un acontecimiento y no como un mero hecho.

La relación del sujeto con su dolencia se puede afrontar de dos maneras: como relación técnica y como relación simbólica. La relación técnica remite a una actitud, por así decir, científica ante el dolor, y busca controlar sus causas y efectos en el cuerpo doliente. La vía simbólica hace de la dolencia una fuente de sentido y conocimiento o profundización personal.

En alguna ocasión escribió Nietzsche: "Lo que no me mata, me hace más fuerte".

Toda la ciencia, todo el saber, dice Nietzsche, vienen del dolor, porque el dolor busca sin tregua las causas de las cosas en tanto que el bienestar se inclina a la quietud y renuncia a mirar hacia atrás. En el dolor, uno busca más, pregunta más, y se hace más sensible, sería el sufrimiento el que prepara el terreno para que el alma dé sus frutos mejores. El ser que sufre, así, conoce mejor la vida, y con más profundidad, porque la vive según la cara que le es propia a la existencia, es decir, según la cara de la exposición. Afirma que sólo el que está en trance permanente de perder la vida llega a conocerla profundamente.. El portador del dolor es, al fin, el hombre heroico, el gran portador del dolor de la humanidad.

 

Para Nietzsche la vida, la naturaleza, no es en su totalidad racional o apolínea, sino que para él la naturaleza es irracional, es instintiva, y Dionisio encarna este instinto vital. Aquí podríamos llegar a visualizar por qué se inclina más por una sabiduría de tipo dionisíaca. Dionisio es el símbolo de la aceptación y afirmación de la vida tal cual. En este sentido la vida es trágica. Un espíritu trágico sería en términos del filósofo, un espíritu libre y creador, que está mas allá de las restricciones morales. El hombre trágico acepta la vida, lo total, lo bueno y lo malo, el dolor y el placer. Este hombre no intenta racionalizar la vida, teorizarla o encerrarla en conceptos. "Vida" significa en la lengua de Nietzsche: voluntad de poder como rasgo fundamental de todo ente, no sólo del ser humano.

 Lo que significa "sufrimiento" lo dice Nietzsche con las siguientes palabras: "todo lo que sufre quiere vivir .. "[1], es decir, todo lo que es en el modo de la voluntad de poder.

“sólo donde hay vida hay también voluntad: pero no voluntad de vida, sino (..) voluntad de poder”[2] ” la voluntad de poder, es una voluntad que quiere.” Los hombres que ejercen las fuerzas activas, la voluntad de poder, son de los que se mandan a sí mismos, los que tienen fe en sí mismos y en lo que pueden prometerse, ya que tener fe requiere coraje, la capacidad de correr el riesgo, la disposición a aceptar incluso el dolor y la desilusión”[3]  

Sólo el sufrimiento, la dureza, la crueldad, etc., dan “las condiciones” bajo las cuales se tiene lo que se llama “cultura elevada”, las condiciones bajo las cuales “la planta hombre ha crecido más fuerte y más alto”. Por lo contrario, según Nietzsche, todo aquello que implique “satisfacción, ligereza de la vida”, entre otras, tiene el efecto negativo de algo que “degenera” , que produce “en promedio, un hombre más débil”.
Zaratustra habla en favor de la vida, del sufrimiento, del círculo, y esto lo dice delante (lo proclama). "Vida -Sufrimiento-Círculo" se pertenecen de algún modo, y constituyen  esta triplicidad, podemos pensar ello en términos morinianos[4] como un bucle de retroalimentación. Es así como el hombre según Nietzsche debe afirmarse en su vida, en el dolor y la alegría, a cada instante como si esta fuese eterna.

                                                  

                                                                             

 

                                                                                                     Ana Lía Singlàn



[1] F. Nietzsche; El nacimiento de la tragedia; Alianza; Madrid; 1973 p. 239

[2] F. Nietzsche; Más allá del bien y del mal; Península; Barcelona; 1973; p.122

[3] Ídem p. 125

[4] Adviértase esta noción es utilizada ara hacer referencia al paradigma de la complejidad que sustenta el filósofo Edgard Moren